A dos meses del final de la tira con la que saltó a la fama, y antes de volar a Brasil de vacaciones con su amiga Janet, pasó por Mar del Plata y adelantó: “Cris Morena y Gustavo Yankelevich nos dieron la posibilidad a Gastón [Dalmau], Peter [Lanzani], Nico [Riera], Euge [Suárez] y a mí de seguir con la banda. Los Teens vamos a empezar de cero: nos esperan muchos cambios, nuevas canciones y una gira por Estados Unidos y México. ¿Un secreto más? También me van a ver por la noche de Telefe en un proyecto de la productora RGB Media”.
–Llegaste a la televisión de muy chica. ¿Cómo manejaste la presión del medio?
–El taller que hice durante dos meses, antes de que me dieran el papel en Rincón de luz, era muy cruel, porque todos los viernes salía alguien de producción y decía: “Clara, Pedro y María no vienen más”. Pero yo no lo vivía como una presión, sino como un juego, una diversión. Miraba la hora en el colegio y esperaba que se hiciera el mediodía para salir e irme a grabar, porque me fascinaba.
–¿Aprendiste a convivir con la exposición que te da la televisión?
–En algún punto, sí, porque es parte de lo que me gusta. Creo que en este trabajo no te queda otra que aceptarlo. Sólo me pone incómoda por los que me rodean. Por ejemplo, cuando vamos a comer con mis amigas, algunos se me sientan en la mesa, me comen la comida y no se van más. Yo lo entiendo porque ya me acostumbré, pero a mis amigos les resulta molesto.
–¿Cómo vivís el hecho de que los millones de chicos te consideren un referente?
–No me siento un referente. Pero noto que, a diferencia de lo que les pasa a mis compañeros, mi personaje –Mar– generó mucho cariño. Cuando me paran los fans en la calle, no me elogian el cabello, sino que hablan de mi trabajo. Me cuentan que quieren actuar y bailar como yo. Pensar que cuando era chica nadie tenía confianza en mí... No creían que podía trabajar en la tele porque era muy fea, muy dientuda.
–Siempre se habló mucho de tu situación sentimental. Ahora se dice que estás en pareja con tu compañero de tira Benjamín Amadeo.
–Estoy bien, bárbara, pero no puedo decir mucho más. No me molesta la exposición en la calle, pero no me siento cómoda cuando sacan conjeturas de mi vida privada. Me da risa cuando calculan cuánto hace que corté con Peter [Lanzani] y se preguntan con quién estoy y desde hace cuánto tiempo.
–¿Te llevás tan bien con el resto de tus compañeros de trabajo?
–Todos son seres divinos y es muy difícil llevarse mal. Pero, naturalmente, hay roces, como los que tenés con un hermano, porque los ves todos los días, compartís muchas cosas y prácticamente vivimos juntos. Grabamos diez horas por día, así que paso más tiempo con ellos que con mi familia. Son como mis hermanos. Es un grupo de trabajo que no encontré en otras tiras. Estamos muy unidos.
–¿Te hubiera gustado seguir un año más con Casi ángeles?
–No, porque siento que cumplió un ciclo. Contamos lo que nos propusimos y la historia pasó por todos los estados posibles. Además, seguir porque te va bien en algún punto es subestimar al público. Cris y Gustavo Yankelevich [los productores], junto con Leo Calderone [el autor], son muy inteligentes, no se dejaron llevar por el éxito.
–Ganás tu propio dinero desde muy chica. ¿Cómo hacés para administrarte?
–Gracias a Dios, tengo unos padres increíbles que, desde que empecé a trabajar, supieron cuidar lo que gano para que pueda asegurar mi futuro. Por eso pude comprarme un departamento en Palermo, donde me voy a mudar en febrero.
–¿Cómo tomaron tu decisión?
–Les cuesta, sobre todo a mí papá, Carlos. Cuando saqué el registro del auto, hace un año y medio, mucho no le copó, porque se dio cuenta de que la nena estaba creciendo. Así que cuando me mude, supongo que será peor. Pero tanto él como mi mamá, Majo, entienden que es una cuestión de comodidad. Es desgastante viajar de Banfield a Martínez todos los días para grabar. Soy muy feliz en mi casa, me divierto y estar sola no me gusta. Pero tener mi propio departamento era algo que necesitaba desde hace un tiempo. Al fin lo logré.
Fuente: Revista HOLA
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